La costurera de Bangladesh está cosiendo, mientras que Elena fotografía...más tarde la pinto, la pinto mezclando colores pero cuando acabo me rondan dentro esas palabras...Paz, Siria, paz, Damasco, amor...casi dos años de conflicto en Siria y siguen disparando, matando, vendiendo, negociando, hablando, mintiendo, tramitando, ignorando la situación de la población...me avergüenzo, sé que no sirve de nada, todavía me siento más ridícula, más indignada, y sigo pintando. Sigo pintando, y me sigo enrabiando...pero hoy, no quiero dejar que el negro prevalezca, quiero recordar la fuerza, la alegría, la vitalidad, la generosidad, la hospitalidad y la amabilidad que recibí de las personas que encontré cuando estuve allí. Será para mí no una pintura, sino un símbolo de la fuerza de un pueblo, de lo bueno que hay en todos ellos a pesar de los desastres, y un estímulo para mí, para no olvidar, para seguir comprometida con la humanidad, para cuando deje, que enseguida lo haré, de pintar.
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