
El querido olivo, imagen de mi infancia, del campo de Borja, de los cuadros de mi madre, sabor que me acompaña cada día, y que encuentro en los viajes, del bajo Aragón, de Andalucía, en el sur de Italia, en Francia, en Marruecos, en Líbano, es para mí símbolo de la paz y la vida del amplioMediterráneo, de sus pueblos, de una cultura compartida que tantas veces ignoramos como cuando le volvemos la cara a la tan digna Palestina, a Kosovo, a tantos otros...si siguiéramos escuchando los que nos quiere enseñar la naturaleza, cuanto aprenderíamos a querernos, a respetarnos, a compartir, a ayudarnos! en esto pienso mientras pinto ante tí, en este pequeño campo del Penedés...